JOAQUÍN FERREIRA: ESCRIBIR TAMBIÉN ES PINTAR UNA HISTORIA

Hay muchas maneras de contar una historia; los lenguajes que permiten hacerlo se expanden y lo hacen cada uno a su manera. En la pintura también hay un proceso de narración donde los elementos se disponen en la obra de una manera específica para transmitir un mensaje. Los iconos se vuelven parte de un cuento que no necesariamente adquiere formas lineales o explícitas sino que se encarga de evocar sensaciones y emociones . En la exposición Popurrí burlesk de Joaquín Ferreira hay elementos visuales que en conjunto dicen algo. Un color, una textura o una figura determinada permiten que la historia de quien pinta se vuelva la historia del otro en el proceso de observación y comunicación entre la obra y quien la observa.

La narrativa a nivel visual es importante porque tiene capacidad para conectar en profundidad con el espectador a través de evocar emociones y concretar la comunicación de un mensaje. Al contar una historia por medio de elementos visuales, que exceden a la búsqueda de exactitud de otros lenguajes como las palabras, se pueden despertar sentimientos relacionados con la visceralidad y emoción de los seres humanos y aunque estos pueden ser más abstractos y ambiguos terminan por conectar de manera profunda con quien observa una obra. Es ahí donde la narrativa dentro de las artes visuales encuentra una función importante pues permite compartir el sentir o la idea de la que parte el artista al crear y establecer puentes para que su comunicación se haga posible por medio de recursos universales y humanos como lo es la afectividad. Pintar no solo es compartir una historia, sino que esta entre en el otro, por medio de la vista, de manera intensa y profunda.

Existe una combinación de disciplinas que estudian la forma en que estos elementos se organizan dentro del espacio visual para que en una experiencia conjunta o colectiva puedan compartir una idea puntual. Objetos, formas, tamaños y colores se convierten en signos y elementos dentro de juegos que pretenden ordenar y transmitir una cosa específica. Sin embargo, en algunos casos, como lo es la obra de Joaquín Ferreira, el proceso se vuelve mucho menos ortodoxo y los iconos o signos trascienden a la universalidad que se les pretende dar pues la memoria que se encarna en quien observa una obra se interpone para crear una historia propia.

La experiencia humana, es decir, la memoria que antecede cualquier contacto entre el espectador y la obra, permea el momento de descubrimiento con la pintura y se inmiscuye para crear una historia común. Lo que quiere decir el artista no se entiende como un diálogo unidireccional sino que conversa con lo que el observador lleva dentro; entonces, cada encuentro escribe una narrativa propia. El espectador se vuelve cocreador.

La obra de Joaquin Ferreira expone narrativas experimentales e intuitivas que vienen de la naturalidad de un sentimiento más allá de una planeación específica y teórica que lleve a disponer la variedad de elementos visuales para lograr contar algo lineal e inequívoco. Aunque no sea planeada se sigue contando una historia que está relacionada con la región más traslúcida y sincera del artista; su sentir. La creación es un proceso en sí mismo que va mutando para contar su propia historia. Así, la pintura que nace en el ejercicio creativo y las historias personales del pintor adquieren coherencia entre sí.

Cada elemento habla y en este caso la textura también nos dice algo. No presenta cuadros planos, sino que adquieren profundidad a través de los cambios y transformaciones. Muchas de las pinturas de Joaquín tienen otros cuadros abajo que contribuyen a la creación de una historia como las de carne y hueso. Unas cosas se escriben sobre otras tal como sucede en la experiencia humana; hay mucha más profundidad de la que se puede apreciar a simple vista.

Algo desde dentro habla en el proceso creativo y expresa ideas o sentires que se superponen a la conciencia. Las cosas se disponen de una manera determinada dentro del resultado pero no viene, en este caso específico, de un proceso preestablecido. Hay una emotividad que permea y genera hilos narrativos mucho más estrechos para con el espectador. Pues es una experiencia compartida la que hace que unos se entiendan con otros; llevando así la experiencia personal al entendimiento colectivo. Pintar es contar la historia propia, a partir de una caja de sentires, para que ahora esté acompañada de la de los ojos de quien la mira.

La obra de Joaquin es una forma de escribir a través de elementos visuales. Para hablar en lenguajes propios sobre un sentimiento que se manifiesta con fuerza latente en el cuerpo y en el actuar del artista. Sus pinturas nacen en formas caóticas y saturan el espacio en su intensidad. Se convierten en el puente que transforma al dolor en una pulsión que mueve hacia las nuevas creaciones. Son un viaje que permite reescribir una historia hecha a partir de fragmentos. La obra finalizada es representación de una catarsis profunda, de la liberación de lo pasado que no se deja del todo atrás sino que se integra en sus nuevas forma, . Aunque nace de una experiencia encarnada en el artista esta trasciende a su persona y se comparte para reescribirse una y otra vez en los ojos de quien la observa.

-Mar Llamas

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