MARIDAJES: OTRAS FORMAS DE HACER ARTE CON LOS SENTIDOS
Desde tiempos inmemoriales hemos buscado formas de hacer crecer las experiencias que alimentan nuestros sentidos, goce y disfrute. De ahí que se haya buscado vincular áreas como la gastronomía y la viticultura para celebrar la creatividad y la potencia de nuestra sensorialidad. Sin embargo, en la búsqueda de experiencias más enriquecedoras, hemos comenzado a explorar el poder de combinar estas disciplinas con otras formas de expresión estética y sensible, como la apreciación y práctica del arte. Esta sinergia no solo añade profundidad a nuestros sentidos, sino que también nos invita a explorar nuevos territorios humanos y emocionales.
El cruce de experiencias entre gastronomía, viticultura y arte tiene raíces muy bien plantadas, pero que han sido un poco olvidadas con el paso del tiempo. Desde las banquetes de la Grecia clásica, donde el vino fluía libremente mientras se disfrutaban de actuaciones teatrales y recitales de poesía, hasta los festines renacentistas, donde la comida y el vino eran acompañados por música y danza, la conexión entre estas artes ha sido reconocida y celebrada a lo largo de la historia. Ahora buscamos recuperar la experiencia y la historia de nuestros sentidos para buscar nuevas opciones que vinculen el arte culinario, vinícola y otro tipo de expresiones sensibles.
En tiempos más recientes, esta intersección ha sido revitalizada por chefs, enólogos y artistas vanguardistas que buscan hacer crecer la sensibilidad gastronómica y vinícola. En espacios como talleres donde se combinan catas de vino con sesiones de pintura, demostraciones culinarias acompañadas de performances artísticas, y cenas maridaje donde cada plato se inspira en una obra de arte son solo algunos ejemplos de cómo se está explorando esta sinergia en la actualidad.
Pero, ¿cuál es la importancia de esta mezcla de maridajes gastronómicos con actividades estéticas y sensibles? En primer lugar, esta combinación nos invita a contemplar la comida y el vino como formas de arte en sí mismas. Desde la presentación de un plato hasta la elaboración de un vino, cada detalle es cuidadosamente considerado para crear una experiencia estética única.
Además, esta sinergia nos permite explorar la interconexión entre los sentidos. Al combinar la degustación de comida y vino con actividades visuales, auditivas o táctiles, estimulamos nuestros sentidos de formas nuevas y emocionantes, lo que nos lleva a una apreciación más profunda inclusive de nosotros mismos. Con esto es posible pensar en nuestros sentidos como un elemento mucho más profundo que se compone de una suma de estímulos que nos orillan hacia el goce.
Por último, esta combinación de disciplinas nos invita a reflexionar sobre temas más amplios, como la cultura, la historia y la identidad. Al explorar la relación entre la comida, el vino y el arte, podemos descubrir nuevas perspectivas sobre nuestra propia herencia cultural y sobre el mundo que nos rodea.
Así, en este eterno baile de sabores y colores, encontramos una invitación a explorar el mundo con todos nuestros sentidos, a sumergirnos en la belleza que nos rodea y a celebrar la creatividad en todas sus formas. Porque en última instancia, la vida es un festín para los sentidos, y cada experiencia multisensorial nos acerca un poco más a la verdadera esencia de nuestra existencia.
Por eso nos propusimos acercar esta experiencia en una noche de Cruce de sentidos, con la que buscamos una puerta para recordar que lo sensorial es un territorio sin límites que se puede recorrer siempre por nuevos caminos. El próximo 8 de mayo Arte Berraco será el punto donde se unirán el especial gastronómico de Lauro Cocina con una deliciosa selección de vinos nacionales mientras apreciamos la obra de Miguel Valiñas en su exposición UNCUT. Porque siempre es un buen momento para describir un poco más de lo que somos capaces de sentir.
Mar Llamas